La crisis del coronavirus está dejando ver lo mejor de los seres humanos, pero también lo peor. Cada día vemos gestos de solidaridad con los más necesitados, vecinos que hacen la compra a aquellos que no pueden, cadenas para hacer mascarillas caseras o barrios enteros felicitando cumpleaños de niños que ni conocen, sin dejar de lado la bondad de aquellos que se baten el cobre en primera línea para cubrir nuestras necesidades, sanitarios, cajeros, reponedores y un largo etcétera de trabajadores que luchan para que estemos atendidos.

Imágenes que se están quedando grabadas en las retinas y en los corazones, historias llenas de humanidad que contaremos a nuestros descendientes en uno de los momentos más duros que ha vivido la sociedad en décadas.

A pesar de querer centrarnos en los buenos gestos para que la esperanza no decaiga, también es necesario denunciar el egoísmo y la necedad de aquellos que están destacando por tener más intolerancia que corazón.

Insolidaridad de unos pocos

Es el caso que ha sufrido Miriam, una empleada de un supermercado de Cartagena, Murcia, quien a través de las redes sociales ha querido denunciar la nota anónima que ha recibido por parte de uno de sus vecinos, quien cobardemente la metió por debajo de la puerta.

En la nota pedía que abandonase el edificio porque el vecindario no quiere contagiarse de coronavirus al estar expuesta por su trabajo al público.

Junto a la nota recibida, Miriam ha publicado un vídeo explicando lo sucedido y además cuenta cómo su hijo de 10 años se echó a llorar al coger la nota pensando en que los iban a echar de la casa por el empleo de su madre, que se declara “muy orgullosa” de trabajar en un supermercado.

Las notas

En el escrito que recibió se lee: “Somos tus vecinos y queremos pedirte por el bien de todos que te busques otra vivienda mientras dura esto, ya que hemos visto que trabajas en un supermercado y aquí vivimos muchas personas. No queremos más riesgo. Gracias”.

Pero la trabajadora del supermercado ha querido responder a su vecino a la vista de todos y sin la cobardía mostrada por el anónimo. En su respuesta se puede leer:

“Soy la vecina del 3º izquierda. Al o a los valientes que dejan notas anónimas bajo la puerta (…) os diré varias cosas: Sí trabajo en un supermercado, con lo cual gracias a nosotros vosotros coméis cada día. No me tenéis que venir dando lecciones de limpieza cuando soy la primera que llega a casa y no puedo darle un beso a mis hijos hasta que no me he limpiado y desinfectado. La próxima vez, en vez de tanto aplauso a las ocho de la tarde, tened un poco más de empatía por las personas que tenemos que trabajar y tenemos familia”, añade.

“Y en vez de dejar notas por debajo de la puerta de mi casa -concluye-, me tocáis el timbre y os lo diré personalmente. Por cierto, gracias por hacer llorar a mi hijo de 10 años, que ha sido el que ha cogido la nota”.

Lo único que se le puede decir a Miriam y como a ella a miles de valientes trabajadores es, GRACIAS.

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