Morderse las uñas (“onicofagia” es el término técnico) puede parecer inofensivo, pero es una conducta que puede poner en riesgo tu vida si es algo que no puedes controlar.
¿Qué es la onicofagia?
¿SI te muerdes las uñas de vez en vez padeces onicofagia? No, La onicofagia es la conducta compulsiva de mordértelas. El impulso se adquiere en la infancia y podría ser un síntoma de condiciones más complejas, como ansiedad o depresión.
En periodos de mayor estrés o durante crisis de ansiedad, es normal que se intensifique la conducta, lo que puede provocar lesiones físicas: pérdida total de uñas, deterioro del esmalte dental, infecciones, deformación de la cutícula o infecciones en la piel son consecuencias directas.
Malo hasta la cutícula
Las personas que se muerden las uñas excesivamente no solo llegan a lastimar el cuerpo de la uñas, sino que rasgan la piel que las recubre. Las bacterias y virus en la saliva pueden entrar al cuerpo por estas heridas y complicar todo.
Las bacterias en el torrente sanguíneo pueden provocar sepsis, una enfermedad de la sangre que va deteriorando los órganos debido a la formación de coágulos producidos por la respuesta inmunitaria del organismo.
La formación de coágulos también provoca que la circulación y el flujo sanguíneos sea lento, por lo que los órganos no reciben los nutrientes ni el oxígeno necesarios, además de que almacenan poco a poco las toxinas de la sangre que no han filtrado ni el hígado ni los riñones.
El incremento de estas toxinas puede provocar un shock séptico, que puede desencadenar un ataque cardiaco.
Los síntomas de sepsis van desde la fiebre, escalofríos y ritmo cardiaco acelerado, hasta sarpullido, confusión y desorientación. Sin embargo, un conteo de células blancas puede determinar si en realidad el paciente la padece.
De detectarse a tiempo, la sepsis se trata con antibióticos, reposo y observación médica; en los peores casos, se requieren diálisis y hasta intervenciones quirúrgicas.
