En medio de la crisis sanitaria inédita que atraviesa el mundo por la pandemia del coronavirus, la isla de Sicilia, en Italia, amaneció con otra noticia: el volcán Etna había entrado en erupción.
La ciudad de siciliana de Catania se despertó este domingo 19 de abril con una nube de cenizas debido a la actividad del volcán activo más grande de Europa, que se encuentra a unos 30 kilómetros de la ciudad portuaria.
El Etna ha mostrado un aumento repentino de su actividad a lo largo del fin de semana, produciendo la lava y las columnas de ceniza que se pueden observar.
El Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología, Observatorio Etneo, comunica a través de las redes sociales que registraron a las 08:36 horas (06:36 UTC), una actividad stromboliana, que posteriormente tomó las características de una pequeña fuente de lava botón.
La amplitud del temblor volcánico muestra un aumento repentino, alcanzando valores altos. Las fuentes de señal están localizadas en el área del cráter SEC.
Incluso la enorme emisión de cenizas, que generó un «penacho» que se elevó hasta unos 5 km de altura de los cráteres empujado hacia los cuadrantes orientales del volcán por los vientos dominantes, se ha atenuado progresivamente
Además, amplía el comunicado, desde la red de cámaras de vigilancia, se puede observar, en el «cono de la silla» del Nuevo Cráter del sureste, una anomalía térmica acompañada de un intenso desgastamiento.
En la mitología griega, el Etna era el volcán en cuyo interior se situaban las fraguas de Hefesto, que trabajaba en compañía de cíclopes y gigantes. El monstruoso Tifón yacía debajo de esta montaña, lo que causaba frecuentes terremotos y erupciones de humo y lava.
Su nombre derivaba de la ninfa Etna, hija del gigante Briareo y de Cimopolia, o de Urano y Gea, que se convirtió en la deidad de este famoso volcán.
Por ello, fue la juez que resolvió la disputa sobre la posesión de Sicilia entre Deméter y Hefesto.