El británico Darren Chick siempre había presumido de tener un loro que parloteaba un inglés tan perfecto y con un acento tan impecable, que bien podía imitar a los presentadores de la BBC. Como era lógico, a pesar de vivir en California, las largas horas que había pasado con su dueño le habían servido no sólo para compartir hazañas, sino para pulir la lengua de Shakespeare. Hace cuatro años, su querida mascota alzó el vuelo y nunca más volvió a saber nada de ella. La semana pasada reapareció, para alegría de Chick. Eso sí, no habla ni papa de inglés. Sólo español. “Soy de Panamá, ¿qué ha pasado?”, repite una y otra vez.

La dueña de un centro estético canino de Torrance (Los Ángeles), Julissa Sperling, descubrió un buen día un loro gris africano en un patio trasero de un edificio. “Escuché a alguien silbando y diciendo: ¿Hola? ¿Hola? Hablaba y cantaba sin parar, y ladraba como los perros”, aseguró Sperling.

Tras encerrar al ave en una jaula, decidió entregárselo a una veterinaria que había perdido un ejemplar parecido llamado Benjamin, desaparecido desde el pasado mes de febrero. Durante los últimos nueves meses, Teresa Micco se volcó en su búsqueda publicando anuncios.

Al principio ésta creyó que el animal se trataba del que ella había estado buscando, ya que presentaba dos rasgos muy distintivos; los ojos amarillos y la cola roja. Tras una observación más exhaustiva, descubrió que no se trataba del mismo. Gracias a un microchip averiguó que había sido vendido en la tienda de mascotas «Animal Lovers» en Torrence. El local disponía del registro de ventas de la última década, por lo que logró dar con el dueño. Micco se presentó en la vivienda del propietario del pájaro y le preguntó si había echado en falta a un loro. “En un principio, respondí que no. Pensé que se refería a algo reciente”, declaró Chick.

A pesar de que se desconoce dónde ha estado el loro durante los últimos cuatro años, todo hace indicar que habría pasado por varias familias. “Ha sido un momento muy raro, yo sabía que era él desde el momento en que lo vi”. A pesar del cambio de idioma, el ave, apodada Nigel, se ha adaptado muy bien a su vuelta a casa.

Ésta es la quinta vez que la veterinaria consegue reunir a loros extraviados con sus dueños, gracias a la propia intensiva búsqueda de su mascota. Su loro Benjamin, de 19 años, se había criado con ella desde que tenía 3 semanas de edad.

Imitar la voz humana

Los loros grises africanos  suelen vivir de 18 a 30 años y a veces hasta 50 años. Se consideran bastante vulnerables y por lo general, requieren de la compañía humana. “No están acostumbrado a estar fuera de la jaula de una casa. No saben cómo sobrevivir. Cuando aterrizan en los árboles, no ven ningún bol de comida,” comenta Micco.

Quizá el rasgo más distintivo de estas mascotas es su capacidad para imitar la voz humana. La veterinaria relató que la voz de su loro Benjamin sonaba tan parecida a la de ella, que jugó con su futuro marido antes de casarse. “Cuando aún éramos novios y pensaba que yo estaba en la cocina, gritó: ‘Tráeme un ice tea’ “. “OK”, fue la respuesta. Cuando Micco llegó a la sala de estar, donde estaba su pareja, éste le preguntó dónde estaba su té helado. La veterinaria le explicó que no había sido ella quien había contestado.

Aún no se sabe si tras el reencuentro de Darren con su loro tratará de enseñarle otra vez inglés o será Nigel el que instruya a su dueño… Pronto podría adquirir una buena base de español.

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