Recién había terminado mi carrera, estudié administración de empresas y estaba trabajando en una gran multinacional. Lo tenía todo, un novio “pefecto”, un trabajo “perfecto” y un futuro donde el éxito lo tenía asegurado, pero lo dejé todo para irme de viaje y ahora soy feliz.

No voy a mentirles, al principio tuve mucho miedo. No sabía lo que me iba a esperar, sin embargo el destino se las ingenió para darme las mejores coincidencias y de esta forma conocer personas maravillosas a lo largo de mis viajes.

Te preguntarás, ¿Por qué lo dejé todo? resulta que mi novio perfecto me engañaba con una amiga de su trabajo, claro no todo tiene que girar alrededor de un hombre pero sí que ayudó a tomar esta decisión de viajar.

Por otro lado, uno debe saber ordernar las prioridades que tiene en la vida. Y ese trabajo “perfecto” que tenía me consumía demasiado. No es muy sano entrar a las 9:00am para salir casi 13 horas después.

Uno debe trabajar para vivir, no vivir para trabajar. ¿Y qué hay de mis sueños? Trabajaba para cumplir los sueños de otros mientras creía que la felicidad era tener una tarjeta de crédito con la que me podía comprar cosas que podían llenar temporalmente el vacío que sentía.

Aún recuerdo ese domingo de marzo, ya le había dado varias vueltas al tema y de algo estaba segura: haga lo que haga estaría mejor lejos de todo eso que odiaba. Lejos de un trabajo que no me llenaba y que no me acercaba a mis sueños, lejos de un novio que no me merece, lejos de una ciudad que me sofocaba.

Así fue que renuncié a mi trabajo, compré un boleto de avión a la India y empecé esta extraña aventura.

El miedo se apoderó de mí una vez que estaba dentro del avión, ¿Qué estoy haciendo? ¿Me pasará algo malo estando tan lejos de casa, siendo mujer y estando sola? Bueno la verdad es que fuí algo extrema al elegir el lugar para mi primer viaje sola, la India es un lugar fascinante al que hay que tenerle paciencia y además entregarte completamente para disfrutarlo.

Sin embargo fue la mejor decisión de mi vida. Aprendí, me conocí, superé mis límites, me liberé de muchos prejuicios y realmente fui feliz.

Ahora que escribo estas líneas desde una playa de Tailandia y miro en retrospectiva puedo decir que fui valiente, sin embargo gracias a eso fui feliz.

La felicidad está ahí, nada más al cruzar la línea del miedo. Soy mujer y viajo sola ¿Creías que no podía?

 

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