Durante el cierre del gobierno, Misty Washington se encontró orando, buscando una respuesta. Quería saber cómo podía ayudar a quienes se quedaron sin sus beneficios de SNAP, sin saber cómo alimentar a sus familias. Y, según cuenta, la respuesta llegó con una misión… y un menú.

“Empecé una despensa móvil desde mi carro, y en cuestión de horas había tanta gente que terminé cocinando en mi casa. Logré alimentar a 86 personas en solo unas horas”, recuerda Misty.
“Pensé: si cada semana puedo darle aunque sea un plato a la comunidad, quizá pueda disminuir un poquito esa inseguridad alimentaria”.

La primera vez que publicó que daría comidas gratis, llegaron 200 personas. La comida se acabó enseguida, y Misty supo algo: la necesidad era real y enorme. Así que, sin esperar donaciones, esta mujer de 46 años empezó a poner dinero de su propio bolsillo para asegurarse de que nadie se quedara sin comer.

Con el tiempo, su esposo Bobby y varios amigos se volvieron su equipo incondicional. Con ellos, Misty puede organizar desde una lasaña estilo espagueti hasta una cena completa de Acción de Gracias para familias que viven cerca de la I-75. En solo tres semanas, ha servido 300 comidas.

Una misión que se cocina en casa

Jamie Snuffer, amiga de toda la vida, lo dice con orgullo:
“Mi mamá fue madre soltera de gemelos. Ella nunca nos dejó sentir la lucha que estaba pasando. Poder ayudar ahora a otras personas que viven eso… es una bendición”.

Jamie y su sobrina Morgan pasaron un miércoles entero en la cocina de Misty empacando comidas para un gran reparto de Acción de Gracias: pavo, jamón, cazuela de ejotes, aderezo, gravy, panecitos, galletas caseras de chispas de chocolate y salsa de arándanos.

Mientras cocinaban, platicaban y recordaban viejos tiempos. Misty compartió que, aunque delante de sus hijas trataba de verse “fuerte”, hubo un periodo en el que su seguridad alimentaria era incierta.
“Ellas me dijeron: ‘Nunca nos lo mostraste’. Y es que no era su responsabilidad cargar con eso. Yo solo quería que tuvieran un plato caliente y pudieran seguir adelante”.

La sorpresa en el estacionamiento del Goodwill

El día del reparto, Misty llegó al estacionamiento del Goodwill de Mabank sin saber qué esperar. Incluso temió que nadie apareciera. Pero al llegar, encontró autos esperando —la mayoría conducidos por mujeres— listas para llevar a casa un plato digno de Acción de Gracias.

“Esto no es ‘el show de Misty’. Aquí estamos muchas personas unidas”, dijo. “La idea nació en mi cocina, pero sola no podría hacerlo”.

Antes de que siquiera pudiera comenzar formalmente la repartición, las 100 comidas ya habían desaparecido. Amber Dailey, una de las asistentes, tomó varias para su hogar y entregó otras cuatro a personas que ni siquiera tenían vehículo.

“Ella ayuda a tanta, tanta gente… estoy muy agradecida”, dijo Amber, quien confesó que la situación económica ha sido tan dura que a veces debe elegir quién come: ella o su perro.
“Normalmente solo como una vez al día. Estoy bien”, dijo con una fortaleza que rompió el corazón de los presentes.

Cuando la comida se acaba, pero la esperanza no

La comida desapareció en menos de diez minutos. Algunos se acercaron buscando un plato que ya no estaba disponible, lo que hizo llorar a Misty.

“No quiero dejar a nadie sin comida. La gente ya cuenta con esto”, dijo entre lágrimas.

Una persona incluso manejó desde Tyler para recibir un plato. Eran comidas pensadas para residentes de Eustace, Gun Barrel City y Mabank, pero Misty y su equipo decidieron algo inesperado: llevar a esa persona a cenar ellos mismos.

“Está bien, mi amor. Vamos a hacerlo otra vez. ¿Sí?”, le dijo su esposo, abrazándola.

Y Misty lo resume así, con una sinceridad que desarma:

ty lo resume así, con una sinceridad que desarma:

“Lo que tengo, estoy dispuesta a compartirlo. Quiero que la gente sepa que hay bondad en mí, en mi casa, y en mis amigos”.


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