¿En varios momentos de tu vida laboral haz sentido que ya no te emociona ir a trabajar, te irritan tus compañeros y la gente que te rodea, te sientes física y emocionalmente exhausto o desconectado de las actividades diarias? Si la respuesta es afirmativa, probablemente te encuentres padeciendo el Síndrome de Burnout (“quemado”).
Aunque no lo creas, este fenómeno es más común de lo que imaginas. Quienes lo padecen llegan al punto de odiar su trabajo y no soportan la idea de tener que continuar en él, ya sea por exceso de labores, estrés u otros factores.
A pesar de que no se da de la noche a la mañana, el Burnout se empieza a presentar cuando, a través de eventos repetitivos, se deja de prestar atención a diversas actividades. Pero qué es y qué características tiene. El portal Entrepreneur definió este síndrome y dio a conocer algunas recomendaciones para no dejar que el cansancio y el estrés acaben con su vida en el trabajo.
Hace poco, en mayo de 2019, acabó de ser catalogado como una enfermedad y uno de los causantes de trastornos mentales, según la última Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE) elaborada por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La OMS lo describió como “un agotamiento físico y mental debido al estrés crónico asociado con el trabajo y el desempleo”. Éste se ve reflejado en la permanente falta de energía o agotamiento, menor involucramiento con el trabajo, reducción de la productividad o sentimientos negativos o cínicos hacia él. Por ejemplo: decir “me da igual”.
Sin embargo, el hecho de que alguien sienta cansancio o estrés por determinados momentos, no significa que padezca este mal. Para ello deben darse las siguientes condiciones: a) que el estrés por desgaste se haya extendido entre uno y tres años seguidos, b) se presente en la despersonalización del trabajador; es decir, cuando no reconoce su esencia y lo manifiesta en ira y tensión permanente; y c) baja notable de su rendimiento y autoestima laboral. Incluso, hay factores internos (personalidad, escala de valores y falta de autoconocimiento) y externos (tipo de trabajo, la organización o red afectiva) que influyen.
Entre los factores que llevan a entrar a un estrés que conduce a un desgaste prolongado están: la auto exigencia en exceso, no permitirse cometer errores, tener una personalidad controladora, tener escasa tolerancia a la decepción y a la frustración, trabajar en entornos hostiles, falta de flexibilidad para resolver situaciones, catalogar todo lo que pasa como un problema, resistencia al cambio, entre otros.
Si el desgaste empieza a pasar de leve a severo, Daniel Colombo, Master Coach especializado en CEOs , recomienda acudir a un especialista de la salud mental lo más pronto posible, antes de que llegue a instancias mayores como la muerte por estrés, tal como ocurre en países de oriente.
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