“¡Estás loca, te va a pasar algo!” Es lo que me decía mi amiga mientras hacíamos Skype un miércoles por la tarde. Esa era su reacción luego de contarle que estaba viajando a dedo por Tailandia, mientras ella se horrorizaba yo ni me inmutaba. “No entiendo”, me decía a mí misma, ¿Por qué tanto escándalo?
Un 04 de Mayo decidí hacer a dedo la ruta Malasia-Tailandia. El trayecto solo era de 8 horas y el bus costaba solo US$20. ¿Por qué decidir ir a dedo si el costo del transporte en el Sudeste Asiático, en especial en Tailandia es barato?
Cuando decidí empezar mi tramo a dedo solo tenía en cuenta una cosa: perder el miedo a lo desconocido. No puedo mentir, no tenía una idea exacta de por qué quería ir a dedo, una parte de mi quería retarme y la otra parte buscaba la adrenalina de vencer mis miedos.
Salí a las 7:00 am con mi mochila y un papel que decía “FROM PERÚ ACROSS ASIA”, sí, soy una peruana que renunció a su trabajo y decidió ir a conocer el mundo.
No pasaron ni 10 minutos y dos chicos de Francia me ayudaron a llegar a mi destino, luego de perder el miedo y aventurarme más empecé a darme cuenta que el peligro está en todos lados.
Así que pensé, que el bus que me lleva a “x” lugar me podía pasar lo mismo que me pasaría yendo a dedo, nunca tuve miedo, sí desconfié un par de veces pero las personas en Tailandia son genuinamente amables y están dispuestos a ayudarte.
Luego de la primera experiencia, recorrí todo el Sur hasta el Norte a dedo, donde me recogieron autos, motos, camiones, pick ups y más.
Donde no solo compartía la ruta, sino las experiencias de mis viajes, es así como conocí a personas interesadas en saber sobre mí, sobre mis proyectos y mis anécdotas. Dispuestos a compartir todo conmigo, ¡era increíble!
Poco a poco me di cuenta que no hacía autostop porque era amigable para mi billetera, lo hacía por las experiencias vividas: como cuando los locales me ayudaron a conocer Phi Lanka, o cuando el policía me ayudaba a seguir mi ruta a dedo. Hacer autoestop me ayudó a eliminar mis prejuicios y la idea de las barreras culturales, me ayudó a entender que al final tenemos algo en común:
SOMOS SERES HUMANOS DISPUESTOS A AYUDARNOS LOS UNOS A LOS OTROS
Antes de terminar quiero agradecer por la oportunidad que me dan de compartir mi experiencia.
Uno de los objetivos de mi viaje es motivar a más hispanohablantes, en especial mujeres, a conocer más nuestro mundo.
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